Existen personas aplaudidas, premiadas, brillantes en algunas áreas… que no por eso dejan de ser muy incompetentes en otras.
Eduardo Galeano, por ejemplo, es un distinguido escritor uruguayo. Durante más de 20 años ha ganado fama y dinero vendiendo sus libros gracias a mercados abiertos y capitalistas, pero como quiera los desprecia.
Y está tan empeñado en despreciarlos, que su tan aplaudida brillantez intelectual no le permite analizar los disparates que dice y lo que pasa por alto.
Se indigna con la comida chatarra, que los trabajadores compran en el mundo capitalista, pero no le molestan las filas que tienen que hacer los cubanos para comer lo que se les asigne.
Se escandaliza con los salarios en Indonesia, pero no con las condiciones de los trabajadores en Corea del Norte.
Y entiende que en el capitalismo los pobres van siempre a peor, pero se olvida que gracias a ese sistema y solo gracias a él, millones de pobres han dejado de serlo.
En la misma onda se expresa el tan querido Dalai Lama, cuando declara cosas como éstas:
“Simpatizo con el marxismo porque en él hay un contenido moral muy importante”.
“En el capitalismo lo único que importa es ganar dinero. El marxismo y el socialismo se interesan además por la forma de repartirlo”.
Por mucho que nos guste su cara bondadosa, todo esto que dice también es disparatado.
No existe un sistema en la historia de la humanidad que haya contribuido más a elevar su bienestar que el capitalismo. Y te da la libertad de utilizar la riqueza que generas como quieras. ¿Quién dice que muchos, desde esa libertad, no la utilizan con fines solidarios y caritativos?
Peor aún es asumir que el socialismo tiene una moral…y que esa moral le da la superioridad para repartir “con justicia” la riqueza que han producido otros. ¿De dónde entiende este señor que esto es justo? ¿Y qué tienen de especial los encargados de administrar ese régimen para considerarlos más generosos y rectos que los que han producido su dinero? ¿No son seres humanos, con la misma naturaleza?
El Dalai Lama ignora además la evidencia de la historia al pasar por alto el salvajismo y la inmoralidad de los millones de muertos en los regímenes socialistas. A lo mejor dirá, como tantos otros comunistas…el sistema funciona pero no hemos dado con los incorruptibles que lo lleven a la práctica. Otro disparate.