Ya en el paso tres hablamos de tener metas. Llegar a ellas no depende de nuestros dones. Sin el cuarto paso será casi imposible llegar.
Es más, he visto personas con menos habilidades alcanzar metas que otros abandonaron.
Cuando era muy joven me tocó ir con un grupo de amigos a Viena. Éramos varios latinos y un alemán. Salimos en auto desde Munich, en Alemania, y los latinos comenzamos a sentir cierta presión. La hora de salida, la ruta a tomar y más. Para nosotros no tenía mucha importancia, para el alemán sí.
De camino, tomamos una ruta por las montañas, paramos en varias bodegas, visitamos viñedos cargados de uvas Riesling, características de los grandes vinos blancos de la región. Llegamos a buena hora a la maravillosa ciudad de Viena para conocerla de día. En la noche, nos paseamos por la zona de bares con música en vivo, llamada El triángulo de las Bermudas, donde de un bar caíamos en otro que nos atrapaba y no nos pudimos zafar hasta las 5 de la madrugada.
Al siguiente día, nos levantamos temprano, casi sin dormir, para terminar nuestra visita a esa gran ciudad y regresar a tiempo a Munich. El viaje fue todo un éxito gracias a nuestro amigo teutón. De haber sido por mí, o por mis compañeros de etnia, hubiésemos hecho una décima parte de lo logrado. ¿Cuál fue la diferencia?
Nuestro amigo alemán compró con anticipación un librito donde estaba todo lo que se podía hacer, era una guía de viaje.
Se lo leyó, marcó lo que no podíamos perdernos. Eligió las rutas y colocó cada pieza en su lugar para lograr el máximo en el tiempo que teníamos.
Para nosotros todo comenzó medio estresante, pero al retornar, le agradecimos el éxito de nuestro viaje. No sabía si volvería a tener la oportunidad de regresar a Viena, por lo que me di cuenta que posiblemente era una oportunidad única la que me había brindado.
Planificación es el paso 4. Dejarle lo menos posible a la casualidad y al destino es lo que aprendí y me lleva a muchos éxitos en mi vida. ¿Qué plan harás hoy para lograr eso que tanto quieres?