Hace unos días le pregunté a un coacheé qué estudió. “Soy abogado porque era lo que mi padre quería que fuese, hubiese preferido ser ingeniero”. ¿Te suena algo conocido? Son muchos los casos como este.
Es verdad que muchas veces los jóvenes no saben qué desean, y una pequeña influencia de los padres puede ayudarles a decidir. Pero otra cosa es que alguien desee que su vástago siga su carrera y lo programe para hacerlo… o lo manipule, como también pasa.
A ver, ¿no somos influenciados a diario? Existen personas que hasta se declaran en su ocupación como influenciadores. ¿Es eso bueno o malo? ¿Dónde está el límite a ser manipulador? ¿Nos dejamos influenciar y hasta manipular? Hay una línea demasiado fina.
Existe en nuestro cerebro una programación muy complicada. No la traemos de fábrica, sino que nos van programando minuto a minuto. Algunos nos quieren como seguidores, otros como líderes. ¿Nos programan bien? Qué dilema.
Quieren que seamos líderes, nos exigen que hagamos lo que nos dicen para así serlo… ellos ‘saben lo que nos conviene’. Si los seguimos ciegamente, estamos siendo programados para ser seguidores, nunca líderes.
El paso 10 es: Asegurarte de que tu objetivo es lo que quieres. No tracemos nuestros objetivos por lo que otros desean o nos dicen que tiene que ser. Deberíamos estar bien alineados con nuestros deseos y convicciones. ¿Revisarás hoy algunos de tus objetivos?