¡Hola, distinguidos lectores de elCaribe! En varias entregas de Periodismo y Gramática hemos hablado mucho de los “prefijos” y de las reglas gramaticales que competen a estos que, por cierto, son amplias y siempre hay que refrescar la memoria al respecto porque veo a muchos hispanohablantes que siguen equivocándose al escribirlos.
En esta ocasión quiero que platiquemos sobre los “sufijos”, que son aquellos que expresan disminución, atenuación o intensidad de lo denotado por el vocablo al que se unen, o que valora afectivamente su significación. Por ejemplo: potecito, problemita, tiempito, y otros, que contienen sufijos diminutivos.
Es importante apuntar que “los sufijos y los prefijos no son palabras, sino elementos afijos, carentes de autonomía, que necesariamente deben unirse a una base léxica, a la que aportan diversos valores significativos, dando lugar a nuevas palabras”.
“El proceso de formación de voces nuevas a partir de sufijos o prefijos se denomina derivación. Los sufijos se unen por detrás a la base: dormitorio, noviazgo, tontísimo, trigal; y los prefijos, por delante: antinatural, contraindicación, desatar, reabrir, superaburrido”, nos señala claramente la RAE.
Es importantísimo, y acabo de colocar el sufijo “tísimo” al comienzo de este párrafo, tener claro que los prefijos, tal como nos señala la RAE, se colocan delante de la palabra base, a diferencia de los sufijos, que se colocan detrás o al final.
Almacenemos en nuestra memoria que el derivado resultante de la unión de una base y un sufijo se escribe siempre en una sola palabra: abordaje, alimenticio, caballote, anunciación, bibliotecario, tontería.
“Los sufijos se pueden clasificar en función de la categoría que aportan: son nominalizadores o nominales son los que forman nombres (-ción, -miento, -o, -idad, -ez, -dor, -ismo…);
adjetivadores o adjetivales son los que dan lugar a adjetivos (-ble, -dizo, -oso, -udo…) y
verbalizadores o verbales en este caso se trata de los que construyen verbos (-izar, -ificar, -ear…). Por ejemplo, el sufijo -ble es adjetivador, debido a que da lugar a adjetivos a partir de bases verbales (adaptable, evaluable, manejable, lavable, y más)”, nos dice la RAE.
Con respecto a su significado, cabe introducir algunas generalizaciones que nos comparte la Academia:
Los sufijos nominales expresan principalmente acción y resultado (traducción, descubrimiento, venta), propiedad o estado (claridad, dejadez), así como agente (panadero), instrumento (tostadora) o lugar (embarcadero);
Los sufijos adjetivales indican sobre todo cualidad (amable, aburrido, envidioso) o bien relación o pertenencia (comercial, telefónico, mexicano);
Los sufijos verbales expresan cambio de estado (limpiar, cristalizar, humedecer) o de lugar (almacenar, internar), movimiento (cabecear, bordear), emisión (humear, sangrar), entre otros valores.
¡Gracias por leerme!