La conjuntivitis alérgica, como indica su nombre, es la inflamación de la conjuntiva (membrana que cubre lo blanco del ojo) debido a una reacción alérgica. Se manifiesta con gran escozor y quemazón, ojo rojo y sensación de cuerpo extraño (sentir el roce de algo al cerrar los párpados). Se acompaña de lagrimeo, en ocasiones con secreciones transparentes o blanquecinas. Puede presentarse en uno o ambos ojos y en casos extremos producir edema de los párpados o enrojecimiento por rascado en el ojo afectado. Rinitis, urticaria y otras manifestaciones alérgicas como asma se unen al cuadro con frecuencia. Se estima que afecta hasta el 20 % de la población.
Existen varios tipos de conjuntivitis alérgica. La más frecuente es la estacionaria (fiebre del heno, primaveral), relacionada con el polen, moho y plantas. Usualmente se produce en primavera e inicios del verano, pero en nuestro medio, ocurre en gran parte del año. La conjuntivitis perenne, cuyos brotes se producen independiente de las condiciones climáticas, se relaciona a partículas de polvo o pelos de animales o insectos, esporas y algunos alimentos. Otra forma es la conjuntivitis vernal, con manifestaciones más severas, cuya causa es desconocida aunque también podría asociarse al clima y ocurre con otras manifestaciones alérgicas. La conjuntivitis por contacto, es una reacción más localizada, debida al uso de algunos cosméticos, conservantes de algunas gotas o productos de la piel.
Dado que las causas de la conjuntivitis son difíciles de establecer y en muchos casos de eliminar, el primer escalón de tratamiento es dirigido a los síntomas. Se inicia con colirios antihistamínicos y lubricantes (preferiblemente refrigerados). En casos severos, como en las conjuntivitis vernales, se utilizan colirios con corticoesteroides, aunque para esto se requiere estricta supervisión del oftalmólogo y dosis muy controladas. El uso de antihistamínicos orales puede ayudar al cuadro, sobre todo en casos de conjuntivitis que se acompañe de otras manifestaciones alérgicas como rinitis.
Si la causa es identificada y puede controlarse, disminuye la frecuencia de los brotes. El manejo en conjunto con un alergólogo puede ser de gran beneficio. La conjuntivitis alérgica no tratada puede tener consecuencias a largo plazo sobre la superficie ocular, por lo que es necesario visitar al oftalmólogo al presentar los síntomas.