En nuestro artículo titulado “El cerebro y las ondas electromagnéticas”, publicado en el periódico El Día en fecha 16 de septiembre de 2011, decíamos que el universo está rodeado de ondas electromagnéticas que permiten una comunicación cerebral a distancia, aunque mucha gente no lo crea, o no lo acepte, porque las ondas cerebrales viajan a la velocidad de la luz, chocan en determinados puntos del espacio y rebotan hasta alcanzar otro cerebro sincronizado en la misma frecuencia.
Añadimos que es el mismo principio físico del radar que emite un impulso electromagnético en forma de ondas senosoidales, las ondas chocan con cuerpos que tienen propiedades dieléctricas diferentes, se produce una reflexión que rebota con el mismo ángulo de incidencia, las ondas regresan en forma de eco hasta el cuerpo emisor, y el cerebro decodifica la señal recibida y la interpreta, a veces de forma consciente y otras veces de forma inconsciente.
Explicábamos en ese artículo que dos personas ubicadas en diferentes puntos del planeta Tierra pueden comunicarse cerebralmente, sin proponérselo, simplemente porque en un momento determinado del tiempo sus cerebros están vibrando en la misma frecuencia y actúan como dos radios de comunicación que al activar uno de ellos se emite una señal que llega al otro cerebro y éste recibe el mismo pensamiento en forma de ondas electromagnéticas codificadas que son inmediatamente decodificadas.
Analizamos el hecho de que como la Tierra es redonda y las ondas electromagnéticas sólo viajan de forma recta, entonces las ondas electromagnéticas emitidas por el cerebro humano se montan sobre las ondas electromagnéticas que circundan el planeta Tierra y esas ondas conducen las ondas cerebrales hasta la ionósfera, ubicada a más de 80 kilómetros de altura, donde rebotan, y entonces la ionización las potencia de nuevo y las emite como potentes reflexiones que se extienden por los confines del planeta, por lo que la otra persona, que puede estar al otro lado del planeta, recibe casi instantáneamente la señal que ha viajado a la velocidad de la luz, y su cerebro la decodifica.
Ahora, en febrero de 2018, BBC publica que “pareciera que nuestros cerebros conversan, de acuerdo a los estudios sobre sincronía entre los impulsos eléctricos cerebrales de distintas personas, estudios que han sido realizados por el neurocientífico Moran Cerf, profesor de neurociencia y negocios de la Universidad de Northwestern (Estados Unidos), quien durante más de una década ha investigado cómo los seres humanos tomamos decisiones, no sólo desde el punto de vista conductual, sino también utilizando electroencefalogramas que muestran las zonas del cerebro que se iluminan cuando las personas reaccionan a distintos estímulos, descubriendo que cuando las personas pasan mucho tiempo juntas, sus ondas cerebrales comienzan a parecerse y, en algunos casos, pueden llegar a ser casi idénticas”.
Y es que cualquier persona A que ha estado en una reunión ha notado que alguna pregunta o expresión que ha tenido en mente para comunicar en un próximo turno de conversación ha sido expresada exactamente igual por otra persona B a quien le tocaba hablar antes, y entonces la persona A no puede creer lo que ha escuchado, pues le parece increíble que la otra persona B haya dicho exactamente lo que A tenía en mente decir, y sólo le queda decir: oye, me leíste el pensamiento, porque eso mismo era lo que yo iba a decir, y aunque eso pasa a diario, y se ve como algo muy normal, en realidad es comunicación cerebral entre dos personas cuyos cerebros están vibrando en la misma frecuencia, a lo que se suma que cuando dos personas pasan mucho tiempo juntas se facilita la sincronización de las ondas cerebrales de esas dos personas.
Esa situación aparentemente curiosa ocurre porque mientras usted está formulando en su mente su próximo planteamiento, o pregunta, usted está emitiendo ondas cerebrales electromagnéticas que salen de su cerebro y son captadas por otra persona cuyo cerebro está vibrando en la misma frecuencia en que está vibrando el cerebro suyo, lo cual facilita la comunicación sin que se lo hayan propuesto.
Ocurre también cuando usted llama por teléfono a una persona y esa persona le responde que ahora mismo estaba pensando en usted, o que estaba buscando su número de teléfono para llamarle, y es que cuando usted decidió llamar a la otra persona, el cerebro suyo emitió un impulso electromagnético que viajó a la velocidad de la luz, es decir, a 300 millones de metros por segundo, y ese impulso electromagnético llegó rápidamente al cerebro de la otra persona que lo captó, lo decodificó, y se sorprendió al recibir justo en ese mismo instante su llamada, sin saber que fue precisamente el pensamiento suyo que le llegó montado en el campo electromagnético del planeta Tierra.
La realidad es que dos cerebros pueden comunicarse gracias a la sincronización de las ondas electromagnéticas que generan.