Tú si eres bruto– escuché a un señor gritarle a su hijo en medio del supermercado.
Desde muy pequeños, la sociedad conspira en contra de nuestra autoconfianza. Por un lado, están los que no saben lo que hacen. Por el otro, los que saben que de hacerlo nos pueden vencer más fácilmente.
–¿Cómo así, Diego Sosa?
Inicio por los segundos. En medio de un juego de baloncesto, nuestro rival intenta destruirnos. Nos dice cosas o nos hace quedar en ridículo haciendo movimientos que no podemos seguir. Si nos hacen perder la confianza en nosotros mismos será más fácil vencernos.
Los otros, son aquellos que no tienen idea de las consecuencias de sus palabras. Por mucho tiempo hemos tenido poca paciencia con los que nos rodean y podemos ejercer cierta influencia, como nuestros hijos. Cuando hacen algo mal, propio del aprendizaje, les podemos decir cosas como las del señor que mencioné en mi primera línea.
Decirle a un niño que es tonto, compararlo siempre con otros que saben algo más o tienen otras habilidades y más, no los motiva para lograr, sino que los programa para creerse que no pueden. Un día terminan abandonando.
¿Tienes alguna experiencia propia? Si fuera por muchos, yo nunca hubiese logrado casi nada de lo que hoy soy. Me llegaron hasta a decir que sería un número.
Contra viento y marea luché para no escuchar. Lo que no siempre fue bueno, porque también tengo limitaciones. Pude ahorrarme uno que otros tropezones. Aunque en la prueba y el error está la experiencia.
Tenemos fortalezas y debilidades, es cierto. Lo importante es reconocerlas y aprovechar las fortalezas, mientras minimizamos nuestras debilidades. Conocernos nos hace capaces de aprender lo necesario para lograr lo que deseamos.
Nuestra autoconfianza crece cuando no solo queremos, sino que creemos que podremos. Para creer, debemos conocernos. Sé que hoy no lograría muchas cosas, puedo aprender o entrenarme para hacerlo, o decidir hacer otra que me convenga más.
¿Puedes hoy encontrar alguna fortaleza que otros te han hecho ocultar?