Cuando se cumplió el 53 aniversario de las primeras grabaciones en el género bachata, en la voz del cantante José Manuel Calderón, realizamos una serie especial que abarcó todas las etapas del otrora ritmo del amargue desde 1961.
En cada una de las entrevistas que sustentaron los reportajes, el deseo de los artistas era el mismo: que el gobierno dominicano establezca un Día Nacional de la Bachata y que se declare como patrimonio nacional, con el fin de fomentar su continuidad histórica y la identidad cultural del pueblo dominicano.
“Yo creo que la bachata se merece tener un día para celebrar y la fecha más idónea sería ese día en que se grabó la primera bachata, el 30 de mayo”, dijo Calderón.
Pero poco se les ha escuchado a los viejos y nuevos exponentes desde entonces.
Por eso me llama la atención los esfuerzos que hace la Delegación Permanente de la República Dominicana ante la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), que encabeza el embajador José Antonio Rodríguez, para que la bachata sea incluida en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
No deja de ser valiosa la idea, pero como dice el dicho, primero se empieza por la casa, valorando en su justa dimensión lo nuestro. Ese sería el mejor ejemplo para proyectar lo que somos y lo que buscamos como nación.
Nuestras políticas culturales primero deben definirse en casa, y a partir de esto mostrarle al mundo que somos capaces de amar y proteger lo nuestro.
En el 2016, la música y el baile del merengue en la República Dominicana fue incluida en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, 11 años después que el gobierno de turno institucionalizara el Día Nacional del Merengue, mediante decreto número 619-05.
Como el merengue, también la bachata es un ritmo autóctono y que ha trascendido nuestra frontera, proyectando lo mejor que nos identifica en materia musical.
¡Empecemos por la casa! ¡Un Día Nacional de la Bachata!