Desde los inicios de la comunicación de masas, esa posibilidad de lograr notoriedad se ha convertido en tentación para mucha gente.
Ahora, cuando prácticamente cualquiera tiene en sus manos esa oportunidad, la inmensa mayoría desconoce el contrapeso que debe tener la notoriedad.
Conviene recordar que todo lo que podemos percibir, aun cuando no hayamos logrado entenderlo, envía un estímulo a nuestro cerebro. En una primera etapa, necesitamos identificar los estímulos. De no lograrlo, se vuelve muy difícil pasar a la segunda etapa: interpretación. Solo cuando identificamos e interpretamos nos colocamos en camino a generar expectativas.
Así es como los estímulos generan sentimientos y emociones, para luego incidir en nuestras acciones, las cuales a su vez suelen tener consecuencias. Caigamos o no en la cuenta de ello, cada una de nuestras acciones han sido condicionadas por estímulos recibidos y procesados por nuestro cerebro.
En suma, los mensajes a que te expones condicionan tu mente, tus acciones y las consecuencias.