No me sorprende que el combo de senadores fronterizos opositores cuestione las Fuerzas Armadas. Sí llamó mi atención el desmentido de mi amiga Margarita a la información sobre la cantidad de soldados involucrados en la seguridad de la frontera, porque ella suele cuidar sus declaraciones políticas.

Sí me preocupa el coro político fronterizo cuando entona la canción “migración/contrabando/ militares/corrupción”. Son cantores que ponen volumen a su canción cuando el público militar no le hace mucho dúo y quieren ser escuchados, o favorecidos. Además, que no se supervisen los músicos de su combo.

Mis años como asesor en el mundo militar me han confirmado lo que ya sabía en el 2014 cuando comencé. Ese colectivo, aquí y en todas partes, reproduce el perfil de la sociedad que alimenta sus filas. Como decía mi abuela Julia: el mundo para ser mundo, necesita un poco de todo. En los cuarteles ocurre también.

Pero es injusto, muy injusto, una iniquidad, sugerir que cada militar que quema su vida en la polvorienta frontera, es corrupto. Con algo de conocimiento y como testigo, creo que en estos recintos la gran mayoría son hombres y mujeres correctos. Los únicos que por disciplina y respeto a la profesión sirven todos los días sin preguntar. Siempre encontraremos remolones, peluches y sabichosos que se las arreglan para pendejear o dañar, pero los demás están en cada edificio público, en cada instalación, en cada lugar de riesgo, en la frontera… sirviendo, sin importar lo que pase.

Lo aprendí desde que en mi primera reunión conocí un soldado de élite del ejército, cuya intervención me impactó. Pregunté. Ya había presentado su tesis para el doctorado en filosofía en una famosa universidad de España. Compartía su vida en los cuarteles, con la de profesor universitario.

Estados Unidos, la mayor potencia militar conocida, que puede destruir el planeta apretando tres botones, no ha podido evitar que cada año miles de personas entren por su frontera con México o por rutas marítimas y aéreas clandestinas. Tampoco ha cortado el flujo de dominicanos que arriesgan sus vidas en yolas de cartón en el Canal de la Mona, para llegar a Puerto Rico.

A continuación, los hechos: La frontera sur está a cargo de las 3ra y 5ta brigadas del Ejército, con 3,603 y 3,749 soldados. En la norte la 4ta con 4,582. Suman 11,934. Tienen una red de destacamentos militares ubicados a lo largo de la frontera y están reforzadas con equipos y soldados de unidades élites (Batallón de Cazadores y Batallón de Comandos). CESFRONT, cuerpo especializado para la seguridad de los 4 pasos fronterizos formales (Dajabón, Jimaní, Elías Piña y Pedernales) tiene 789 hombres, y está reforzada con 73 adicionales.

La Armada tiene unidades en Cabo Rojo y Montecristi. En vigilancia aérea está la Fuerza Aérea con helicópteros que parten de los helipuertos de la frontera; y aviones que salen de su base en Puerto Plata y usan los aeródromos de la frontera si es necesario.

Se les suma el personal de inteligencia y unidades que reciben, compilan y analizan las imágenes que captan los drones, cámaras de vigilancia y otros dispositivos. Producen informes las 24 horas.
Sí Margarita, sí Dionis, sí senadores, nuestros militares cuidan la frontera y muchas cosas más. Son más dignos que algunos políticos. Solo unos pocos están detenidos acusados de robar lo que es de todos.

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