Todos los estudios lo señalan. Y el contacto cotidiano con los diferentes segmentos de la población lo confirma. República Dominicana avanza hacia un cambio político en la dirección del Gobierno, el Congreso y los ayuntamientos.
Las condiciones en las que actores pertenecientes al movimiento social y a las fuerzas políticas alternativas participan de este proceso de cambio son adversas, y, en gran medida, están fuera del control de quienes no se consideran partícipes de la partidocracia tradicional.
Se trata de un escenario complicado, lleno de incertidumbres y convivencias incómodas, donde el peor desempeño sería la desmovilización o la simple inercia.
Como ciudadano y militante del Bien Común, considero que en la actual campaña electoral las fuerzas transformadoras deben accionar en base a tres objetivos: sobrevivir, incidir en el contenido del cambio e instalar las bases para la construcción de un fuerte bloque político alternativo de cara a las elecciones del 2024.
Sobre el primer objetivo, está claro que las nuevas normas electorales amenazan a varios partidos alternativos que podrían perder el reconocimiento de la Junta Central Electoral si no cumplen con el desempeño mínimo establecido, mientras que otras personas y fuerzas del sector pueden perder su identidad y quedarse sumergidas en la dinámica de los partidos mayoritarios.
La tarea principal en este caso sería hacer política y ayudar a desmontar el régimen del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) sin incurrir en prácticas de clientelismo, discursos de odio o defensa de intereses de los sectores económicos dominantes, por ejemplo.
Es una tarea dura, que requiere de un alto nivel de responsabilidad, ¡porque al fin y al cabo la calidad del acero y del
militante solo se puede probar en el fuego!
A incidir comenzamos participando, y llevando nuestros principios, valores y propuestas a todos los espacios. Viendo el tablero político opositor está más que claro que el cambio solo será verdadero si quienes tenemos un discurso y una práctica política diferente nos metemos al medio e impulsamos nuestra visión, aunque resulte incómoda a nuestros compañeros circunstanciales de camino. Usted, yo, nosotros, somos la garantía para avanzar hacia el tipo de cambio que queremos ver.
Los movimientos del ajedrez político se deciden y ejecutan tomando en cuenta las posiciones de aliados y adversarios. Quienes no están en el tablero no inciden.
El tercer objetivo es el más desafiante, porque hoy, como ayer, las fuerzas alternativas se encuentran profundamente dispersas, atomizadas y sin ningún tipo de sentido en común. A penas coinciden en la necesidad de terminar con el control antidemocrático que el PLD tiene de toda la sociedad.
Además, resulta muy cuesta arriba comenzar a trabajar hacia el mediano y largo plazo cuando se está cumpliendo con las numerosas exigencias de una campaña electoral. Pero justamente es lo que toca al pensamiento estratégico y a quienes aspiran a tener una participación política digna y diferenciada en el próximo torneo.
La juventud de nuestro sector tiene una responsabilidad especial en esta tercera tarea, porque hasta por razones biológicas nos toca asumir la construcción de nuestro propio destino.
Estamos participando en un sistema político, económico, electoral, educativo y mediático adverso a nuestras ideas, a nuestras formas de ser y de sentir. Las puertas que se nos abrirán serán solo las que construyamos o tumbemos.
Así veo la actual coyuntura y, en consecuencia, así estaré actuando en este proceso desde Bien Común y desde cada espacio en el que me encuentre.
Nos vemos en el camino. Un abrazo.