La zona de Cachemira, que mantiene enfrentada por asuntos territoriales a la India, Pakistán y China, hay que visualizarla más allá de la incidencia del evento terrorista que la posicionó negativamente en el espectro noticioso internacional, luego de que se conociera que insurgentes abrieron fuego contra un grupo de turistas que visitaban la zona bajo el control de la India el pasado martes 23 de abril, cuando lamentablemente perdieron la vida 26 personas.

Esta es solo una escalada de un conflicto cuyos orígenes se remontan a la independencia de la India del imperio británico en 1947, lo cual provocó una reconfiguración territorial, administrativa y política en esa zona del mundo, que quedó de la siguiente manera: India, con mayoría hindú, y Pakistán, con una mayor presencia musulmana.

El problema repuntó cuando el entonces maharajá hindú Hari Singh, que gobernaba la parte más amplia de Jammu y Cachemira, decidió no adherirse a India ni a Pakistán, y prefirió mantener su autonomía, misma que se vio afectada por los ataques de grupos guerrilleros pakistaníes a los que se les dificultó enfrentar, determinando cederle su principado a India a cambio de apoyo y protección.

Tales eventos propiciaron la primera guerra indo-pakistaní en 1947, que tuvo otros episodios desde 1965 hasta 2011, en este último año denominado “el conflicto de los jóvenes”, porque fue liderado por juventudes que se mostraban radicalizadas en sus posturas nacionalistas, afianzadas en las diferencias de antaño. La algidez fue tal que en ese momento se temió una confrontación nuclear. En esencia, India asume a Cachemira como parte de su territorio, mientras que para Pakistán esa zona se mantiene en disputa.

Y aunque China se percibe equidistante de este renovado conflicto, cabe recordar el diferendo por asuntos territoriales en la zona Indochina que mantiene tensas sus relaciones con la India, que a su vez le reclama al gigante asiático el control territorial de la parte noroeste de la región de Cachemira, que comprende el valle de Shaksgam y el desierto salino de Aksai Chin. Justo la disputa de esa área motivó la guerra entre India y China en 1962, luego que el primer país descubrió la construcción de una carretera ilegal por parte del segundo, a los fines de conectar el Tibet y Sinkiang.

Parte de estos terrenos son inhóspitos, de difícil acceso y con temperaturas extremas, con una mayor presencia de musulmanes y otros grupos étnicos minoritarios, entre ellos los sij, que el Gobierno de la India considera terrorista. No obstante, un cambio del estado actual de los límites territoriales tendría repercusiones en la soberanía nacional de los países que se disputan a Cachemira.

En esta ocasión, la incertidumbre y el temor de lo que pueda suceder emergen nuevamente, porque China, India y Pakistán formaban parte de la lista de países que hasta enero de 2024 tenían bajo su poder la mayor cantidad de ojivas o cabezas nucleares en el mundo, incluidas las desplegadas, almacenadas y en espera de desarme, según Statista, un portal virtual de datos estadísticos de origen alemán.

En un artículo que publiqué a inicios de año con el título “Así se perfila el 2025”, puntualicé que el terrorismo aunque se veía fuera del radar en ese momento, es un tópico que forma parte de la agenda de riesgos y amenazas de diversas naciones en las que se conjugan nefastamente el fundamentalismo religioso, la discriminación, los problemas de adaptación de algunas minorías o grupos étnicos y los conflictos por asuntos territoriales, donde emerge la insurgencia.

Esta nueva e imprevista escalada del conflicto indo-pakistaní se suma a las tensiones políticas que han cobrado espacio en diferentes regiones del mundo, evidenciando que el panorama geopolítico se mantendrá inestable y en evidente reconfiguración, porque muchos temas y situaciones que se percibían rezagados y en una etapa de indefinición, nuevamente han adquirido relevancia a partir de acontecimientos inesperados en sus ámbitos estratégicos, en tiempos en el que se impulsa el multilateralismo, lo que deriva en conflictos entre las naciones hegemónicas que gestionan para no perder el control y la supremacía adquirida hasta ahora.

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