Señor Presidente: En el espíritu de “Primarias abiertas, o que entre el mar”, su grupo en el PLD decidió antenoche en el Senado enfrentarse a prácticamente todo el país, al incluir en aprobación de primera lectura del proyecto de Ley de Partidos, esa modalidad que permitiría a quien ostente el poder en una instancia estatal decidir las candidaturas en elección.
Como han advertido diferentes sectores, esa forma de elección favorecería a los presidentes de la República y a los alcaldes, pues con las nóminas bajo control y otros recursos públicos que manejan decidirían quiénes serán candidatos municipales, congresuales y presidenciales, vía la compra de votos y conciencias y otros recursos bastardos del clientelismo político.
Conforme el convencimiento general, y datos como los ofrecidos en estos días por la encuesta Gallup-Hoy, la química y la magia que influyeron en la alta aprobación de su gestión, desaparecieron, y a estas alturas la mayoría de la opinión ciudadana le es altamente desfavorable.
En la Cámara de Diputados los números no le dan a su grupo, y es convicción general que allí ustedes pudieran cumplir sus propósitos sólo comprando los votos que les faltan, como ya ocurrió con la reforma constitucional de 2015.
Ya se conoce a los diputados comprometidos con que las candidaturas sean elegidas por las militancias de los partidos, y como los ojos del país están puestos sobre la posibilidad de esa compra, eso la hará más difícil.
Se me dirá que no estamos en Perú, donde el presidente Pedro Pablo Kuczynski tuvo que renunciar por la difusión de videos que mostraban a sus aliados intentando comprar votos de congresistas opositores para evitar su destitución.
Que esas cosas ocurren en países en los que hay institucionalidad, independencia de los poderes del Estado, pero que con ese pragmatismo que su partido ha logrado entronizar en la mentalidad del criollo, la majestad de la Ley y la Constitución valen menos que un encuentro de paso con una meretriz de La Bolita del Mundo, de La Feria.
Mas al ponderar los designios de presidentes que maniobraron para imponer su voluntad, no me canso de repetir el ejemplo del presidente Joaquín Balaguer, quien ajusticiado Trujillo quiso continuar subido en el palo a como diera lugar.
Entonces proclamó que era preferible “un presidente muerto, que un presidente huyendo”, y resonaban aún los ecos de sus palabras, cuando se refugió en la Nunciatura, para desde allí partir al exilio.
El 3 de octubre pasado, cuando le quedó claro que no podría imponer esas primarias “abiertas” en el Comité Político, so pena de una posible ruptura de la frágil cohesión de su partido, usted se buscó el bajadero de la comisión de abogados constitucionalistas.
Ahora, antes de que el proyecto sea conocido el 18 en segunda lectura en el Senado, o de que llegue a la Cámara de Diputados, donde la aprobación está muy en entredicho, sería bueno que se busque usted un nuevo bajadero.
Al advertirlo sobre la crispación y la desestabilidad que acarrearían la imposición de esas primarias “abiertas”, Luis Abinader, quien como aspirante presidencial encabeza la preferencia electoral para las próximas elecciones, ha planteado que más le conviene al país, y a su gobierno, generar un ambiente de concertación para que aprobemos una buena cantidad de pactos y estrategias que necesita y demanda el país.
Señor Presidente: de insistir en imponer sus “primarias”, a su equipo el país los estará viendo como un grupo apostando a la marea revuelta del desguañangue del sistema de partidos, buscando ganancia de pescadores.
Eso no le quedaría bonito ni elegante al legado que debe dejar su paso por el poder. Búsquese otro bajadero, Presidente.