Lo bueno parece ser aburrido porque se da por sentado, tan usual como para pasar inadvertido. Una hermosa historia solo provoca emoción a unos pocos y por un tiempo limitado, lástima que sea lo ruin lo que llame la atención. Por eso, difícilmente veremos la portada de un periódico o noticia en primera plana con un tema de bondad y acciones loables con las que se compruebe que no todo está perdido en la humanidad, debido a que se prefiere el escándalo con la exposición de los más bajos instintos.
En esa dirección, se opta por mostrar miserias humanas y comportamientos indeseables, talvez creyendo que es lo que se consume masivamente, como producto de primera necesidad. La nobleza aparentemente no interesa, la sonrisa pasó de moda, hasta en los anuncios publicitarios una expresión soberbia atrae más clientes que una risueña. El mensaje implícito es que la felicidad es para gente sencilla y que las complicaciones son más modernas y de gente intelectualmente avanzada.
No es casualidad que las grandes series se ocupen de resaltar las malas acciones frente a las que fueren heroicas. Resulta preocupante que las tragedias atraigan tanto y que el sufrimiento tenga muchos seguidores, mientras a la alegría la dejan sola; no en balde las vidas de maleantes tienen mayor impacto que las de sus víctimas y que se ignoren las trayectorias de quienes se han destacado en la sociedad provocando cambios trascendentales. El optimismo es una especie en extinción, las lágrimas conmueven, en lo que las carcajadas molestan.
Algo debe de estar pasando para que los actos del buen proceder no nos conmuevan y sean los sórdidos los que provoquen mayor interés. Luce como si los momentos felices sean solo eso, espacios tibios que se archivan en la memoria para luego verlos de lejos, bajo el cristal de la nostalgia y la añoranza de lo que fue y no volverá.
Siempre existirán muchos más motivos para agradecer que para quejarse, basta observar a nuestro alrededor para descubrir que hay quien diera todo por una ínfima parte de lo que tenemos, pero es preferible quejarse mirando a los que nos llevan millas de distancia, que verificar a quienes hemos dejado atrás y sueñan con llegar hasta nuestra posición. En la actualidad, la positividad es una tendencia escasa e infravalorada. Talvez habrá quienes fueran afortunados en determinada etapa, pero la vida es, precisamente eso, estaciones que traen satisfacciones entre paradas obligadas de decepciones, a esto se debe que decimos “felicidades” por ser muchas, variadas y episódicas. Nada es eterno, ni siquiera el sufrimiento, ser feliz es una decisión, solo hay que tener la valentía para tomarla.