A las personas nos encanta hablar de nuestras virtudes y fortalezas, y de las culpas de los terceros en problemas que nos afecten. Empero tendemos a no conducirnos tan abiertos si se trata de nuestros propios defectos o debilidades. Desconocer o negar nuestras fallas e insistir en las de los otros es la propensión natural y fácil nos resulta tener el dedo acusador siempre apuntado hacia ellos. Corresponde hacer consciencia de esto y aprender a admitir más nuestros errores. Advertiremos que quizás acusamos las fallas que condenamos en otros y juzgaremos menos al prójimo. Más dispuestos a “ver la paja en el propio ojo antes que el ajeno”, seremos más comprensivos y tolerantes, lo que favorece mejores relaciones interpersonales.
Ver propio ojo
A las personas nos encanta hablar de nuestras virtudes y fortalezas, y de las culpas de los terceros en problemas que nos afecten. Empero tendemos a no conducirnos tan abiertos si se trata de nuestros propios defectos o debilidades. Desconocer o negarR