Hace 23 años, la entrada en vigencia de la Ley de Seguridad Social suponía tanto una novedad como un salto cualitativo, en cuanto a conquista de derechos y en pro de la aspiración a una mejor calidad de vida. Tres décadas después, muchas de las expectativas que generó en su momento se han desvanecido y hay muchas quejas e insatisfacciones. Hay consenso en que debe ser reformada con cambios y actualizaciones, pero se le ha dado larga. El Congreso tiene una tarea pendiente en ese sentido. El copago médico, pensiones de montos ridículos y la falta de seguro a los jubilados figuran entre los puntos a tratar y resolver.