Aquellos vientos traen estos lodos. Al intentar aclarar su conducta tras el video de las mochilas donadas por su fundación, la diputada Lucía Medina se quejó de ser condenada antes de hablar. Odio político indiscriminado, parece ser, contagia al país por obra de las redes sociales. Ciertamente hay tendencia a que la pasión obnubile el juicio y en esos engranajes comunicativos, la opinión pública decantarse por “matar” moralmente a determinados personajes públicos sin piedad. Pero debe Medina preguntarse: ¿Por qué la población estará odiando tanto a los políticos, sin admitir siquiera duda razonable ante presunción de inconducta? Quizá se trate de un trauma colectivo debido al que ha sido el legado invariable de los propios políticos, en mayoría: corruptela, conchupancia, impunidad.