Como pueblo, los dominicanos somos una población característicamente “chiva” –desconfiada-, estela de nuestra secular cultura de autoritarismo, falta de transparencia y corrupción pública y privada. Sospechamos unos de otros, de todo y todos de manera apriorística. Presumimos la trampa y el fraude por descontado en cada proyecto y actividad nacional. A nivel de relación gobierno-sociedad, se cree que todo lo que hacen los gobiernos es “malo”, sospechoso; todo lo que dice la oposición es “bueno”. La desconfianza generalizada es un grave mal social criollo. Los políticos de todos los bandos la han asentado con sus inconductas. En la oposición la aprovechan; en el gobierno la resienten pues afecta la gobernabilidad. Instituciones fuertes, ética individual y educación, las vías para desarraigarla.
Pernicioso rasgo
Como pueblo, los dominicanos somos una población característicamente chiva desconfiada-, estela de nuestra secular cultura de autoritarismo, falta de transparencia y corrupción pública y privada. Sospechamos unos de otros, de todo y todosR