Unos más, otros menos, todos sacamos cuentas. Una forma inteligente de hacerlo consiste en comparar entradas y salidas. Eso ayuda a corregir, ya sea al aumentar los ingresos, o reducir los gastos. Incluso, alguien con cierto nivel de especialización podría hablar hasta de calidad en este ámbito. Pero esta vez el propósito es comparar eso que hacemos con las finanzas y lo que hacemos con la comunicación.
¿Dedicamos tiempo para revisar lo que recibimos y emitimos a modo de mensajes? ¿Aplicamos correctivos a partir de los hallazgos? Solemos asumir que, para la comunicación, eso no cuenta. Y ese es un grave error. Pues la comunicación sirve para entendernos y es lo que ha permitido que nos mantengamos humanos. Si recordamos que los mensajes generan pensamientos, y que éstos condicionan nuestras acciones y sus consecuencias, caeremos en la cuenta de que es tan necesario como urgente pasar balance a lo que emitimos y recibimos como mensajes.