Se fue septiembre, llegó octubre y sigue sin llegar la temida reforma fiscal. Todos los sectores se han pronunciado contra ella, todos advierten de sus efectos; una interminable vorágine. Los últimos fueron los comerciantes. Lo relativo a las exenciones es uno de los aspectos más discutidos, hemos visto, particularmente en el sector turístico. Se alega que su competitividad descansa en las que disfruta desde hace décadas; que sin ellas perdería competitividad y rentabilidad. Bueno, nadie quiere que le hablen de más tributación o supresión de exenciones. Pero si es atento a “consenso”, el Gobierno nunca dará el paso, pues no es posible hacer una reforma fiscal sin que afecte a alguien.