La Feria del Libro, dedicada este año al escritor Mateo Morrison, debería ser aprovechada por los organizadores para realizar una especie de sondeo sobre los hábitos y niveles de lectura en la juventud. Este evento no puede limitarse a mostrar libros y a ofrecer charlas.

Pensando quizás en un nuevo enfoque que se aparte de lo rutinario, la feria comenzó con un programa que busca conectar a la ciudadanía con las letras. Este aspecto fundamental pues, no debiera ser episódico, sino mantenerse hasta el final. Determinar además qué tipo de temas atraen al gran público y en qué medida esas inquietudes se canalizan a través de la lectura de libros.

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