Dejemos la costumbre de postergar las conversaciones gratificantes.
No suframos la tristeza que provoca, perder la oportunidad de decir algo bonito a quienes nos importan.
¡Agradar, expresando lo que pensamos y sentimos, trae tantos beneficios en las distintas relaciones! Sin embargo, desperdiciamos decenas de oportunidades para comunicar nuestros genuinos sentimientos.
Casi siempre procrastinamos esas conversaciones y, cuando nos decidimos a hacerlo, en muchas ocasiones nos encontramos con el amargo sabor de que ya no hay tiempo.
No hay que esperar. Hablar a tiempo satisface, incentiva el amor, acerca, y agrada, en cambio no hacerlo, puede traer sentimientos que lamentamos de por vida.