La Arquidiócesis de Santo Domingo llamó la atención sobre el deterioro de la familia. Es obvio y hay tantos reflejos y factores que lo confirman: en muchos sectores del país la familia anda mal ante la pérdida gradual de su insustituible y vital rol de ser guía y orientadora, como núcleo esencial de la sociedad. Y mientras es algo que muchos conocen, pocos se animan a tomar acciones para su recuperación. Hogares disfuncionales, pérdida de valores y principios, malas prédicas a través de las redes sociales, deficiencias en la educación pública y las drogas conforman una madeja de problemas de una magnitud que no acabamos de dimensionar.

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