De un reciente despacho internacional: “El Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas denunció que en Estados Unidos la discriminación racial se da de forma constante en todas las esferas de la sociedad y específicamente, en ámbitos tan cruciales como las prisiones o las escuelas. Uno de los puntos negativos más destacados por los miembros del organismo fue que, a pesar de las leyes y normas existentes, ‘en la práctica’ la discriminación racial es un hecho constante…La gran mayoría de los reclusos son negros… la gran mayoría de los condenados a muerte son negros…”. Es ese el país que se arroga el derecho de acusar a otros de violaciones a los derechos humanos. ¡Qué cachaza!

La Constitución de Estados Unidos nació en el marco del llamado “Gran Compromiso” de los reunidos en la convención de Filadelfia de 1787, presidida por George Washington. Los delegados consensuaron varias esferas, entre ellas el control del poder presidencial y la equidad política entre los estados. Bajo esas motivaciones otorgaron al Congreso el poder de destituir al presidente y establecieron el “colegio electoral”, donde cada estado tiene “electores” en número igual al de sus congresistas. Quedó establecido así el sui géneris  “voto electoral”, sistema que junto con la duodécima enmienda (1804), determina que ganar el voto universal no equivalga automáticamente a ganar la Casa Blanca y que presidente y vicepresidente puedan ser de distintos partidos.