A veces desde el tercer mundo pensamos que penurias y grandes dramas humanos tienen capacidad y vías de prevención y solución seguras en las naciones ricas. Lo errado de tal enfoque, quizás por subestimar la poderosa fuerza de la naturaleza o el cambio climático, ha quedado subrayado con las miles de casas aniquiladas y miles de millones de dólares en pérdidas, en adición a la pérdida de vidas, provocados por los incendios forestales en California. Es una descomunal tragedia humana. Muchos inmigrantes de larga data establecidos en el estado norteamericano lo perdieron todo, particularmente mexicanos. Habían alcanzado un nivel de estabilidad económica junto a sus familias, pero deberán comenzar de cero.