Libre, Todopoderosa, la delincuencia es el real poderío de las calles. La autoridad legítima no la intimida y así, la desafía. Lo ocurrido con la agente policial Mercedes Torres Báez denuncia un empoderamiento inaudito de los antisociales. Acusamos un estado extremo de desorden cuando la delincuencia puede sorprender y matar una oficial del orden mientras labora en la calle, para sustraerle el arma. Se reconfirma que la inseguridad, cual señalan las encuestas, es el principal problema del país. Su gravedad queda apuntalada por la debilidad de nuestro sistema judicial, que no da garantías de que los delincuentes sean ejemplarmente castigados. La impotencia lleva por momentos a admitir los “intercambios de disparos” como vía de justicia. Tocamos fondo. 

Mientras el “plan de seguridad ciudadana” da resultados, conforme anticipa el presidente Danilo Medina, la delincuencia nos aterroriza. Las recientes experiencias de doña Socorro Castellanos, la señora de Cuquín Victoria, Margaro y otras figuras públicas, reflejan el peligro a que estamos todos expuestos estos días, sin importar edad ni condición social o económica. La delincuencia es tema de conversación omnipresente y ya no hay nadie sin un episodio de terror propio que contar. Son los bendecidos, al fin de cuenta; preservan la vida cuando muchos otros la han perdido a manos de los forajidos. Imbatible, la criminalidad se torna terriblemente “normal” en la vida dominicana. ¿Nos devolverán las presentes autoridades la esperanza?