La delincuencia juvenil, fenómeno social bien conocido en el país por sus nocivos efectos, tiene múltiples raíces y elementos desencadenantes. Una preocupante estadística ofrecida por el Ministerio de Educación parece identificar una de sus génesis: la deserción escolar. Recrudecida tras el covid-19, según las cifras oficiales el abandono escolar alcanza al 25% de nuestros jóvenes en edades entre los 15 y 17 años. Si no asisten a clases, estos jóvenes son un blanco propicio para ser atraídos hacia actos delictivos, el crimen y las drogas, tanto como consumidores como para ser utilizados en el microtráfico. Tenemos que buscar firmemente revertir la deserción escolar y sus terribles consecuencias.