Calor de caribe, piel de arena, pies descalzos frente a una palmera.
Olas ondeando y entre besos arrasando el cielo.
Olor de coco, labios de agua y los timbales que se pierden en el silencio de esta playa donde te espera aquí como una cautiva esta gitana agitando las caderas con el movimiento de las algas, y soy presa de las conchas cuya perla de aire exhala, cuya noche de vida vana que se pierde junto al mar.
Sabor de caribe, piel morena, pies descalzos entre la árida arena. Sal cubriendo el cuerpo mojado que su ropaje ha tirado ante la verdad y el mundo.
Esperando por ti junto a esa fogata y en la luna de plata buscando tu rostro que como tritón dormido y entre corales entumecido tendré que salir a encontrar.
A ti, mi hombre perdido en el mar, canción de amor te quiero bailar y en un caracol te quiero escuchar.
Regresa junto a mi playa para besarte sin receso, regresa junto a mis besos que te quieren dejar sin aliento, ven y baila conmigo en la sombra de estas hojas que secas se están quedando sin el aceite de tu piel.
Pasión caribe de Luisa Arias Soto
Después de un largo día preparando viaje, llegamos a la medianoche a Barranquilla. Después de largos períodos de importantes obras de ingeniería para canalizar lo que ellos llaman los “arroyos”, es decir, la acumulación incontrolable de agua por las calles, la ciudad ha retomado su encanto y su carácter volvió a florecer.
A pesar del cansancio, durante el viaje del aeropuerto al hotel, observé la ciudad. Mantiene el encanto de la arquitectura de los años 30, como el viejo Gascue nuestro, con la diferencia que aquí las autoridades se tomaron la molestia de declarar como patrimonio a esas icónicas construcciones de esos años, permitiendo la preservación de ese tesoro arquitectónico en el Caribe.
Llegamos al hotel El Prado. ¡Majestuosamente impresionante! Recientemente remozado, los restauradores supieron modernizar sus instalaciones manteniendo el sabor de los grandes años 30. Este inmenso hotel fue construido de 1927 a 1930. Fue inaugurado en noviembre de 1930. Y se le considera el primer hotel dedicado al turismo en toda la región caribeña e incluso de América Latina. Más aún, fue el primer hotel de la región en ofrecer baños dentro de las habitaciones. Los responsables de la construcción fueron las familias Obregón y Parrish, quienes contactaron con el arquitecto norteamericano Burdette Higgins. El hotel abarca toda una cuadra. Sus jardines son espectaculares.
Pero no todo fue color de rosas en la historia de este icónico edificio, pues en los años 80 y casi hasta finales de los 90, el hotel se convirtió en un centro de operaciones para el lavado de activos y narcotráfico. En efecto, a mediados de los años 80, el clan dirigido por Nasser Arana logró comprarlo y ser los únicos propietarios. A partir de entonces, el hotel era el refugio de una poderosa mafia, dirigida por esa importante familia Arana, que tenía contacto con la familia del narcotraficante Alberto Orlández Gamboa, mejor conocido por el alias de El Caracol, máximo jefe del Cartel de la Costa.
Después de largas décadas dominado por la mafia, el hotel pasó a ser parte del patrimonio del Estado, pero estaba abandonado. Muchas voces se levantaron para que el edificio tan icónico fuera rescatado. Los clamores fueron escuchados y mediante la Resolución 1640 de noviembre del año 2004, fue declarado y catalogado como un monumento del patrimonio arquitectónico y cultural de Colombia.
Así es que vinimos a quedarnos en un hotel con historia. Y la verdad que trabajar en un ambiente tan hermoso, donde las palmeras adornan el lugar, anunciando que seguimos en el Caribe. Lo primero que hice, mientras esperábamos que nos arreglaran la entrada al hotel, fue caminar por sus pasillos para disfrutar de esta belleza. Observé las paredes, los diseños de sus techos, el comedor con el aire aristocrático de los años 50 del siglo XX; el área de la piscina es inmenso y ocupa el centro del edificio. Lleno de palmeras por todas partes con una jardinería bien cuidada.
Así comenzó nuestro periplo por Barranquilla. Con unas horas libres, el grupo de doctorantes visitó la hermosa Cartagena y llegaron felices de conocer esa ciudad, especialmente la zona amurallada. Ya hoy empieza el programa académico. Visitaremos la Universidad Simón Bolívar. Allí tendremos encuentros con estudiantes e investigadores. Conoceremos sus áreas de investigación, sus principales inquietudes. Nos conoceremos como caribeños. Nosotros que venimos de una media isla colocada en el corazón del mar y ellos como parte del continente que es tocada por sus aguas. Un mar Caribe que además de la belleza de sus colores, es también un vehículo de comunicación cultural. Hasta la próxima.