La asunción de Joe Biden a la presidencia de Estados Unidos no solo trae esperanza y alivio a Estados Unidos, sino al mundo.
Atrás queda lo que muchos han definido como los “nefastos años” de Donald Trump, quien hasta el último día de transición mantuvo en vilo a la nación más poderosa y “demócrata” del mundo.
Biden, con bastante experiencia de estado, es un bálsamo de paz para norteamericanos, inmigrantes, religiosos… y un mundo afectado por la pandemia del coronavirus.
Pero tiene un reto enorme. Aglutinar un país dividido por motivos raciales y malas ejecuciones gubernamentales. Es cierto que Trump no fue belicista y que la economía creció. Sin embargo, esto no fue suficiente para reelegirse.
Desde antes de ser el Comandante en Jefe, Biden dio señales de unidad. Designó un gabinete de Joe que se caracteriza por contar en sus filas en diversos campos y una diversidad que refleja al propio país.
Y en el futuro, la información desde Estados Unidos y sobre Estados Unidos ya no estará dominada por los debates sobre un tuit o teorías conspirativas, sino en conceptos y estrategias políticas.
China, Cuba, Venezuela, Irán, Afganistán y Corea del Norte, países con los que Trump tuvo conflictos al menos en el papel, por ser focos de crisis en política, respiran al saber que el nuevo estadista, influenciado por el expresidente Barack Obama, pone el diálogo por encima de los insultos. Europa y América Latina también sienten el alivio. La canciller alemana, Angela Merkel, lo dijo en un solo tuit: Ha vuelto la democracia. Y es que en los cuatro años de Donald Trump como presidente, las relaciones de Estados Unidos con el resto del mundo cambiaron profundamente.
En lo que respecta a República Dominicana, hay que esperar. Ya Biden estuvo aquí en calidad de vicepresidente en 2014. Desde su tiempo en el Congreso mostró escepticismo hacia tratados de libre comercio como el DR-CAFTA.
En fin, Biden entra y Trump sale (por la puerta de atrás).