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Vayamos más de lleno a lo que hoy vive el periodismo que se ejerce en República Dominicana. Y es muy triste que tengamos que narrar tan cruda realidad.
Pero, ¿a cuál realidad nos referimos?
Que por los predios locales hay periodistas que por la hoja de servicio que presentan pueden ser calificados como perversos y tergiversadores de la verdad. Constantemente distorsionan la verdad.
Les presento algunos títulos del periodismo que no se debe ejercer en República Dominicana… ¡ni en ningún país de nuestra región!
-Periodismo degradado.
-Periodismo absurdo.
-Periodismo sedicioso.
-Periodismo perverso.
-Periodismo insulso.
-Periodismo ineficaz.
-Periodismo virtual.
-Periodismo deshonesto.
-Periodismo inconsecuente que contrasta con la realidad que marca los importantes aspectos moderno y científico.
-Periodismo mecánico, que violenta la normativa profesional y académica.
-Periodismo por encargo.
-Periodismo que raya en la subjetividad y, obviamente, violenta los principios, así como una mala función que no es cónsona con la objetividad.
-Periodismo que no se trabaja acorde con el orden democrático que vive República. Dominicana.
-Periodismo que no opera en función de los principios y la ética,
-Periodismo que no se ejerce fundamentado en los hechos reales y por esa negativa práctica pierde credibilidad.
Toda esa rethaíla de adjetivos, que se le inserta al periodismo irresponsable y que se trabaja violentando todas las reglas profesionales, es el que realizan quienes nunca han comprendido el importante rol que deben jugar, en una sociedad democrática y plural, los medios noticiosos en todas las áreas (periódicos impresos, radio, televisión, revistas y los activos diarios digitales).
En mis más reciente libro (que titulo Periodismo…cuando la verdad no sea distorsionada), lo expongo claro, sin rodeos. No debemos negar que el éxito del periodismo pagado, el que se ejerce por encargo, va en contraste con el que ejercen los periodistas impolutos y que no enlodan su oficio.
Asimismo, es lamentable que en los medios de comunicación de República Dominicana se “filtre” la permisividad, la cual también -hay que precisarlo- pasa desapercibida. Esta realidad, que se observa a diario, constituye una vergüenza para el periodismo nacional.
Recalco con esta pregunta: ¿El periodismo dominicano transita por el mejor camino?
Si la respuesta es sí, entonces el gran reto que tienen los periodistas, los que levantan la bandera de la dignidad, los principios y la ética, es el de no permitir que ese buen camino se llene de “espinas”.