La Disciplina Positiva permite desarrollar padres que, con amor y alegría, son capaces de formar hijos psicológica y socialmente sanos y funcionales. Desde mi experiencia profesional y de vida, puedo decir que, aunque como padres no seamos perfectos, tenemos la capacidad y la responsabilidad de ser mejores cada día. Vale la pena reflexionar acerca de cómo hacerlo desde los valores familiares.
Decía Einsten: “La falta más grave es no tener consciencia de ninguna falta”, hoy es normal que muchos pensemos que no cometemos faltas, las cometen otros. Siendo así ¡Que lejos estamos de ser seres en búsqueda de ser mejores!
Si bien es cierto los niños no son moralmente buenos o malos, los adultos sí. ¿Entonces, qué sucede? Aunque la genética es importante, el medio y la educación son determinantes.
Ser y tener son metas que se alcanzan por senderos diferentes, tener refiere a cantidad, ser a calidad. Reflexionemos: ¿Estamos educando para ser mejor persona o para tener más?
Aquí, los valores humanos son determinantes: Amor a la vida, Respeto a sí mismo, a los demás, a la naturaleza; libertad, responsabilidad, disciplina, y muy importante, sentido de solidaridad y servicio.
El Amor a la vida, fomentando valor e integridad. Siempre encontramos soluciones cuando se presentan dificultades, aunque parezcan no tener salida.
El respeto por uno mismo y por los demás, basado en la autoestima, equilibra mi postura frente al medio y la naturaleza que me rodea.
Ahora bien, no hay libertad sin disciplina. Ella proporciona un estado de consciencia, una forma de pensar y de sentir que debemos fomentar, pues en la práctica, no hay libertad sin responsabilidad.
Al vivir en comunidad debemos fomentar la solidaridad y el sentido del servicio. Dar y recibir son dos polaridades que se complementan al equilibrarse.
Finalmente, el amor, la semilla que cultivamos, que nos lleva a hacer el bien, donde la solidaridad ejercida con los Valores que modelamos en familia da forma a nuestra sociedad.