En artículos anteriores hablamos de funcionalidad y de comunicación efectiva en la familia. Para concluir con el mes dedicado a la familia queremos hablar de los retos y oportunidades para ser familias funcionales y eficaces.
Por experiencia podemos afirmar que las familias que comparten valores éticos y morales y los respetan tienen mayores oportunidades de progresar. Por lo tanto, la familia es ese espacio de contención, que brinda seguridad y afecto y esto hace que sus miembros descansen frente a la revolución que enfrentan fuera de su contexto.
El mayor reto consiste en construir familias sanas, capaces de transmitir la cadena de sanidad y valores, protegiendo así la sociedad.
Entendemos que cuando esto se logra y su influencia alcanza las capas sociales, organizacionales y gubernamentales, los espacios vuelven a ser lugares para el diálogo abierto, donde las responsabilidades sean equitativas y los deberes para cubrir las necesidades de las familias que integran esa sociedad se cumplen.
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Comunicación efectiva en la familia
Tenemos ante nosotros la oportunidad de reencauzar la percepción de la familia y como individuos responsables que ocupamos un sitio en el universo, podemos ser agentes multiplicadores del sistema de valores que puedan incidir en contra de la permisividad ante los antivalores. Y desde familias inteligentes, miembros con capacidad crítica, deseos de generar cambios significativos en la educación de los niños, niñas y adolescentes, detener el deterioro que observamos en la sociedad.
Allí reside nuestra preocupación de reencauzar la familia para poder estar presentes en la vida de nuestros hijos e hijas, reconectar con ellos independientemente de los retos tecnológicos.
Otra oportunidad es la de aprender a corregir eficazmente desde el afecto y la comprensión con la disciplina positiva, y minimizar así la violencia.
Debemos reflexionar y establecer estrategias efectivas de hacia dónde queremos ir y como sociedad.