Salvador Rueda, poeta español, en su poema titulado “A los estudiantes” escribió:
A vuestras manos,
¡juventud divina!
ha de pasar la patria que os venera, desde el lienzo inmortal de la bandera el aula de la elocuencia peregrina.
Bajo el cielo de la luz, bajo el gran Helios, irán a vuestras manos inspiradas liras y leyes, músicas y espadas bisturíes, crisoles y evangelios.
Entre esos dedos que de luz florecen, Aumentan el legado que os ofrecen y a otra generación brindadlo entero…
Tomando en cuenta que los estudiantes son los políticos, patriotas y futuros profesionales del mañana, me parece sumamente importante que se reconozca su valor y se les tome más en cuenta.
El pasado 26 de enero del año en curso, en el marco de la celebración eucarística por la conmemoración del Natalicio del Padre de la Patria, Juan Pablo Duarte, contemplé con tristeza el énfasis con que se saludaba a las autoridades presentes: alcalde municipal, directora regional, directores de distritos educativos, autoridades civiles y militares y “comunidad educativa” en sentido general, pero ¿Quién dijo estudiantes? ¿Quién enfatizó en la presencia de esta población? ¿Por quién fue presentada la bandera en el ofertorio?
Definitivamente no fueron los estudiantes, razón de ser y de dar en el ámbito educativo, futuros gobernantes, por lo que, en ocasión del mes de febrero, mes dedicado a la patria, sería oportuno que los directores regionales y distritales, técnicos docentes, directores de Centros Educativos y maestros, no pierdan de vista la esencia: los estudiantes, y trabajen arduamente para empoderarles de su rol de ciudadanos críticos, defensores de los Derechos Humanos, de la conservación de los valores patrios y el reconocimiento de valor. Démosles a ellos el protagonismo, que sean ellos el centro de atención, los que brillen y engalanen los escenarios de la educación.