Antonia Pascual, autora del libro “Clarificación de valores y desarrollo humano: estrategias para la escuela”, publicado en Madrid, en 2011; destaca que: “la escuela brinda una formación que determina una postura ante los poderes. Puede fomentar la sumisión y el conformismo o puede estimular actitudes de participación, revisión y crítica”.
En el artículo publicado en esta misma columna el pasado lunes 21 de febrero,2022; titulado “Escuela y familia: un vínculo frente a la ciudadanía”, se destacó el papel de la familia en la construcción de los esquemas mentales de los hijos y a través de la voz de Jesper Juul, se interpeló a las familias acerca de, si desean hijos pasivos o competentes. El artículo de hoy tiene como propósito destacar también el papel de la escuela en la construcción de los ciudadanos del futuro, siendo esta una de las partes del sistema educativo a la que corresponde la tarea más retadora y desafiante: timonear la barca en la convergen maestros, alumnos y familias, de mundos diversos.
La escuela, por tanto, es un espacio de diálogo y libre expresión, un escenario de negociación, mediación, cambio y construcción de saberes integrales, individuales y colectivos. Por ello, la pregunta del título invita a la escuela a una reflexión profunda y una mirada introspectiva frente a las demandas de la educación actual, en la que como país y como universo somos convocados a la formación de sujetos con capacidades para actuar en la resolución de conflictos y desenvolverse de manera autónoma en diferentes escenarios y una revisión exhaustiva de los modelos de democracia asumidos y promovidos en este espacio. Pues en la concepción de Pascual “una escuela vertical en su organización, intelectualista en sus contenidos y autoritaria en sus métodos, transmite vivencialmente un estilo de poder opresor”.