¿Qué debemos tener para contar con una escuela creativa? Hay unos insumos mínimos que son indispensables para el aspirantado de una escuela que se adapte a las necesidades de los niños de la postmodernidad y la posverdad. A decir: recursos humanos tangibles, contables, medibles, dispuestos, más allá de una simple estadística; personas/sujetos, o ciudadanos particulares con responsabilidades específicas con las cuales se comprometen a dar cumplimiento.
Paulo Freire propone el paradigma crítico-emancipador que debe estar presente en toda política educativa que aspire a liberarse de la dependencia, atraso e injusticia externa, en la que no baste solo la formación de individuos competitivos, sino que se debe crear una interacción entre el agente transformador y la realidad; superar los modelos importados, los cuales construyen dependencia y colonialidad. Impulsar la calidad de vida requiere compromiso, toma de decisiones, pensamiento propio, aún esté el peso de la globalidad.
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo – PNUD- plantea que las políticas educativas deben promover currículos acordes a la realidad digital, la distribución de riquezas, la producción de conocimiento y la generación de carreras y profesionales que partan de la realidad local para su transformación a favor de mejorar los indicadores de calidad de vida en los aspectos de salud, educación, acceso a la tecnología, recreación, empleo digno, democracia del ocio y participación activa en todos los procesos de cambio y actualización de todo el entorno nacional.
La educación está llamada a superar su condición de ser instrumento de entidades como el Banco Mundial o el Banco Interamericano de Desarrollo que la usan para mostrar las trabas que invisibilizan a grandes grupos excluidos y marginados, que solo operan como estadística, importando poco su realización integral, su acceso al empleo digno, que se les cumplan sus derechos fundamentales, así como su condición de ciudadanos.