Los temas asociados a las políticas educativas son parte de las políticas sociales que deben ser bien delineadas desde las esferas de administración del Estado. Toda acción que se encamina a abordar temas relacionados con las personas humanas tiene el tinte de ser parte esencial de las iniciativas en favor de una auténtica educación. Al igual que la educación, la salud, el servicio de agua potable, vivienda, electrificación y otros derechos fundamentales, son parte del desarrollo armónico e integral de las personas.
La República Dominicana es rica, en papeles, proponiendo iniciativas en favor de la educación, pero pobre en políticas de equidad. Para que sean visibilizadas las políticas educativas, de cara a la educación inclusiva, se deben asumir responsabilidades serias en temas como la descentralización de los procesos burocráticos, asignación de recursos reales, no de gastos corrientes, democratización de la enseñanza, abordar la desigualdad de género, enfatizar la educación para la paz como mecanismo generador de conciencia ciudadana. Es imperante tomar en cuenta la degradación del medioambiente como política educativa y evaluar la calidad y pertinencia de los saberes, así como centrarse en la heterogeneidad cultural, la formación ciudadana, profundizar los valores de la democracia como sistema de organización social, económica y política. Y, sobre todo, asumir, definitivamente, los pilares que consensuó la UNESCO para la educación del siglo XXI, la cual debe enfatizar sus bases en aprender a ser, aprender a hacer, aprender a conocer y aprender a convivir con los demás.
Sigue siendo tarea pendiente en la educación dominicana precisar el carácter humanista, innovador y creativo de los procesos, hacer el switch entre el contenido curricular y la realidad local, así como hacia dónde se encaminan los procesos, superar la masificación, personalizar los procesos, involucrar a los jóvenes y dar seguimiento al talento, superando su anonimato del hecho del aprendizaje en donde debe ser actor principal.