Desde hace más de un año, las sociedades vienen centrándose en todas las dificultades, retos o desafíos que ha producido la pandemia por el COVID 19, especialmente en los ámbitos de educación y salud. En nuestro país, las problemáticas vinculadas a este asunto y la superación ha sido gradual bajo un intensivo esfuerzo de las autoridades y los ciudadanos. Sin embargo, mientras avanza el tiempo surgen otras situaciones que se convierten en la preocupación de todos y no es para menos.
Actualmente, la tendencia y lo que nos ocupa es el manejo de los procesos vinculados con educación. Nuestro sistema educativo tiene al frente grandes retos que, por demás, son de extrema atención, pues todos recaen en el delicado tema de la calidad de la enseñanza y los aprendizajes de nuestros niños, niñas y jóvenes estudiantes. Luego de un año escolar envuelto en muchas cuestionantes, las autoridades deberán manejar con la debida prudencia todas las situaciones críticas que vayan surgiendo.
Por el momento, ya existen suficientes focos de atención en los que hay que centrarse. Por un lado, el inicio del año escolar en modalidad presencial; por otro lado, el concurso de oposición docente, que ya ha tenido percances y que sin dicho proceso para seleccionar a los profesores permanecerán las carencias que siempre van a parar afectando la educación, la enseñanza de calidad que merecen nuestros niños dominicanos. Asimismo, nos encontramos ante una insuficiencia de infraestructura y docentes para recibir a cientos de estudiantes, a los que desde ya se les está restringiendo la posibilidad y el derecho a recibir el tan esperado y deseado pan de la enseñanza.
Las expectativas para echar adelante la educación son innumerables, pero en gran medida depende de las buenas gestiones y decisiones acertadas de quienes dirigen.