El acoso escolar o lo que comúnmente se conoce como bullying es uno de los temas de mayor preocupación para el sector educativo en la actualidad, y es que las cifras de los alumnos afectados por esta situación social son bastante alarmantes. Esto ha impulsado a que los sistemas e instituciones educativas de diversos países le presten más atención a la problemática, proponiendo iniciativas que persiguen evitar lo que indudablemente es un hecho cotidiano en los centros de enseñanza. En ese orden, República Dominicana no es la excepción, pues también ha decidido enfrentar su propia realidad en torno al tema presentando su campaña denominada “yo te hago el coro contra el bullying”, que más que una campaña publicitaria pretende llevar a cabo un programa de orientación y capacitación preventiva para toda la comunidad escolar.
Es en este contexto en el que un grupo de profesionales de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM) realizamos un seminario sobre el tema y decidimos proponer algunos principios educativos y/o estrategias pedagógicas para la prevención del hostigamiento escolar, tomando como referencia el libro “Como crecer sin miedo” de Stan Davis.
A continuación, presentamos algunos principios y estrategias que consideramos pertinentes para la prevención de la instigación escolar tomadas del citado autor.
1. Garantizar la consistencia disciplinaria. Desarrollar reglas específicas y establecer sanciones o consecuencias consistentes e inmediatas para el comportamiento agresivo. Este nunca se debe permitir. Dichas reglas deben hacerse cumplir a través de un seguimiento firme y continuo.
2. Revalorizar los comportamientos de los estudiantes. Propiciar situaciones en las que el mal comportamiento deje de satisfacer los deseos del agresor y por el contrario se convierta en algo costoso para él. Por supuesto hay que tener claramente definido el comportamiento que se debe cambiar y trabajarlo constantemente hasta lograr moldear al individuo. Además, hay que crear conciencia en la víctima de que él/ella no es el que está actuando mal, haciendo al agresor totalmente responsable de sus actos de violencia o acoso.