Los opositores a Ulises Francisco Espaillat se levantan en armas, el civilista prefirió renunciar al ejercicio del poder en el marco de esta confusión. Para Gregorio Luperón y Eugenio María de Hostos, en su momento, Espaillat era la figura más notoria de la vida nacional, tenía una visión societal orientada al progreso por medio de la educación, el trabajo de la tierra y el control de los vicios. Esa era la época de la manigua, donde caciques se levantan para apropiarse del patrimonio público.
En la sociedad dominicana la corrupción siempre ha sido un mecanismo de acumulación originaria de capitales, también esa visión patrimonial del Estado generó profundas luchas de individualidades que debilitaron la vida institucional de la nación. Políticos, empresarios y militares han detentado poder para aprovechar influencias y poderío.
Articular un aparato burocrático fácilmente dominable y que se hincaran a los intereses de estos segmentos sociales quienes han formado toda una estructura corrupta y legitimada por la práctica social y el imaginario colectivo era el objetivo de los que adversaban a Espaillat. La población dominicana ha armado la narrativa de que el poder es para usarlo y aprovecharlo. Toda esta construcción es la negación de la visión de Espaillat acerca de la vida pública y el ejercicio de un funcionario investido de poder.
La Dra. Mu-Kien Sang Ben habla de la utopía inconclusa para referirse a los trabajos y sacrificios de Espaillat en aras de hacer decente la vida pública en República Dominicana.
El proyecto liberal, desde la independencia hasta el presente, ha sido poco consistente, han gobernado como los conservadores y han malgastado el dinero del Estado como puros cleptómanos. Esto es, han fundado una especie de cleptocracia anclada en el control del Estado.