Con el título “Riesgos políticos en América Latina”, se inició el segundo día de trabajo con una ponencia magistral de Jorge Saad de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Nunca como en ese instante las sociedades latinoamericanas habían proyectado en qué se invertirán los presupuestos nacionales de los diferentes estados. El ponente dejó a los participantes atónitos de saber que migración, medioambiente, cambio climático y conflictos entre naciones van a agotar los presupuestos en los próximos 25 años, por lo cual, se abordó el tema del riesgo humano como factor de ética. Esta participación, y las lecciones que dejó son razones de sobra para explicar la inversión para que casi doscientas instituciones estatales asuman el rol de actuar en base al principio de Integridad.
Dos experiencias panameñas completaron la parte internacional de ese día: Catherine Cardoze y Abdiel Castrellón compartieron la experiencia replicable de Panamá en todo lo referente a las responsabilidades de los Oficiales de Integridad en la prevención de delitos financieros. Esas experiencias, que sirven como base de lo que no debe hacerse en la administración pública nuestra, son motivos para justificar cualquier cantidad que se haya invertido para formar a los servidores de las instituciones representadas sobre el uso efectivo de los recursos públicos sin desmedro de la ciudadanía.
El único caso de colusión que hemos detectado en la República Dominicana y que fue llevado por Procompetencia, fue presentado en este Congreso. Con una experiencia enriquecedora se dio a conocer cómo empresas se apandillan para hacer elusiones fiscales a través de ofertas múltiples de los mismos consorciados. Riquezas de conocimientos llevaron los servidores públicos, Oficiales de Integridad y Cumplimiento Normativo participantes en el Tercer Congreso de Integridad. Lo intangible de lo aprendido es más poderoso que el costo material que pudo haber tenido el auspicio de esta experiencia académica y de crecimiento institucional sin par.
