Se ha puesto de moda el que adultos (papá, mamá, docentes) preparan un discurso, en relación a sus problemas e intereses, y utilicen a un niño o a una niña para que se lo memorice, lo ensaye y luego lo grabe para ser difundido en los medios, generalmente en las redes sociales. Abusan de la confianza que les tienen como padres o profesores. Los niños no necesariamente tienen criterio ni capacidad de análisis de lo que están diciendo, se convierten en vulnerables e indefensos frente a las consecuencias.
Es bien sabido que los niños despiertan sensibilidades, enganchan a los adultos que los ven, precisamente por la inocencia y espontaneidad con que se expresan. Sin embargo, los adultos-productores deben saber que esta práctica es manipulación, explotación, abuso infantil. Ese discurso que le preparan debía ser más creíble y más adecuado a su edad. Su guion debe estar mejor escrito, con un repertorio propio del emisor/actor. Si ya usted –adulto- perdió su credibilidad, por favor busque recuperarla de otra manera. Ellos no votan, no hacen políticas públicas, no manejan discursos académicos/científicos, no conocen programas de gobierno, nada de eso.
El reconocimiento social es muy importante para los niños y adolescentes; verse una y otra vez en un video es grandioso para ellos; si además recibe los likes y reenvíos hasta hacerse viral, eso lo engrandece, pero de una manera ficticia.
Qué pena. Cuando veo esto solo digo: es un buen actor, tiene buena memoria. Aun cuando usted le explique que le está utilizando para hacer publicidad, se le dificulta entender dicha publicidad como tal, si no sabe el significado del mensaje.
Por favor, creativo, piense en sus hijos antes de hacer sus producciones. Los niños solo deben participar en los asuntos de niños, y guardando las normas éticas establecidas para los fines.