La falta de convivencia armoniosa en el hogar es sin dudas uno de los males de nuestros tiempos, muchas veces provocada o cultivada por las relaciones desiguales que se fomentan en su seno. Por lo general, unos pocos se esfuerzan para que la mayoría esté bien, y muchas veces esa mayoría no valora el esfuerzo que la minoría realiza por el bienestar de los demás.

Sin embargo, una estrategia que favorece la convivencia en el hogar es el desarrollo de la corresponsabilidad, a través de la cual se fomenta el compartir las tareas del hogar de una manera justa y sin discriminación de sexo.

La corresponsabilidad supone asumir de manera natural y cotidiana las tareas del hogar sin rivalidades ni egoísmos.

Simplemente todos y todas deben sentirse parte del mismo hogar y hacerlo un espacio emocionalmente saludable, que permita el desarrollo de todos sus integrantes.

La corresponsabilidad implica compartir las responsabilidades de las labores domésticas y de cuidado de manera equitativa entre los miembros de la familia.

Esto supone asumir hábitos personales de funcionamiento cotidiano y cambio de actitud, pues el hecho de asumir un compromiso personal en el hogar implica un deseo un querer hacer lo que me corresponde para que el hogar sea un espacio más habitable, donde se construyen las habilidades interpersonales y conductas prosociales.

De acuerdo con el Ministerio de Economía, las mujeres ejecutan el 82% de las horas dedicadas a tareas domésticas y de cuidado no remunerado, cuatro veces más horas que los hombres.

La corresponsabilidad permite la conciliación de la vida personal, familiar y laboral sin que esto suponga una carga para unas o para otros.

Si queremos educar a nuestros hijos e hijas para que aprendan a ser felices, debemos fomentar la asunción de compromisos en el hogar de manera equitativa y proactivamente.

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