Qué bueno que el presidente Luis Abinader tomó la decisión de declarar de alto interés nacional la seguridad vial, porque el caos en nuestras calles va de mal en peor, y qué bueno que lo hizo poniendo como ejemplo la cantidad de muertes que dejan cada año los accidentes de tránsito en el país.

A través del decreto 656-24 el mandatario creó el Plan Nacional de Seguridad Vial con el que se pretende reducir en un 50% las muertes en nuestras calles y carreteras hasta el año 2030.

No es la primera vez que un gobernante asume este reto, otros ya lo habían intentado fomentado la educación vial con campañas diseñadas en ese sentido y utilizando imágenes reales de situaciones lamentables que se dan en nuestras vías públicas y cómo evitarlas con la intención de llamar a la conciencia de conductores y peatones.

Los logros de estas campañas no perduraron en el tiempo y nuestras calles siguen siendo escenarios de terror, donde el factor humano es el común denominador en casi todos los accidentes, combinados con la permisividad y la falta de un régimen de consecuencias a las constantes infracciones.

En República Dominicana se dan muchas situaciones en la vía pública, además del factor humano. Lo primero es que tenemos un parque vehicular muy variado y desorganizado, vías oscuras y poco señalizadas y carreteras con vicios y defectos de construcción.

El tránsito debe ser bien orientado y cada detalle es importante para lograr el objetivo que se busca. No es trazarse una meta y ya está. Debemos comenzar con el parque vehicular, con su revisión periódica, sobre todo del transporte masivo de pasajeros.

Igual que con los motores, estos artefactos de dos ruedas deben estar debidamente registrados y con carga civil por daños a terceros.

Hay que multar de forma ejemplar el exceso de velocidad en la ciudad y en las autovías, los ruidos y contaminación ambiental que provocan ciertos vehículos en el casco urbano, una situación que molesta el buen vivir y afecta la salud; asimismo, la circulación de motores debe ser reorientada, organizada, pues constituyen el gran dolor de cabeza en el tránsito.

También se deben corregir defectos en nuestras carreteras, caracterizados por carriles que se cierran de repente, y dejan atrapados a los conductores, como ocurre en algunos tramos de la nueva ampliación de la autopista Duarte. Ojo ahí.

La participación de la sociedad civil es muy importante para que se cumpla con el plan. Las denuncias y el uso de plataformas digitales siempre son buenas aliadas para la seguridad vial.

Otro detalle es la sincronización de semáforos en los cascos urbanos y utilizar lo menos posible a los agentes de la Digesett o de la Intrant para dirigir el tránsito, a menos que sea una necesidad.

Esta práctica es muy recurrente y de mal gusto para los conductores, al igual que la paralización del tráfico por el paso de un funcionario que está por debajo del presidente de la República.

Según las estadísticas, República Dominicana lidera las cifras en el área con más muertes por accidentes. 26,257 perdieron la vida en 8 años y hubo 212,850 lesionados solo en 2023, dijo el presidente durante el anuncio del plan, lo que representó una carga económica por más de 130 millones de pesos. Las provincias que más accidentes registran son: Santo Domingo, San Cristóbal, Santiago y La Altagracia.

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