Recientemente el Grupo Banco Mundial difundió el documento “APRENDER para hacer realidad la promesa de la educación”, informe sobre el desarrollo mundial, que plantea la crisis moral y económica que provoca que “en muchos países y comunidades el aprendizaje no está materializado”. De hecho, puede tenerse suficiente escolaridad sin lograr aprendizajes significativos que les permitan a los estudiantes convertirse en ciudadanos competitivos. Sin aprendizaje los estudiantes se quedan sumidos en su pobreza material y espiritual y, consecuentemente, no estamos creando el capital humano indispensable para el desarrollo de nuestras sociedades.
El documento presenta y analiza detalladamente tres dimensiones, de lo que denomina, crisis del aprendizaje. La primera dimensión plantea que los resultados de aprendizaje son pocos satisfactorios en los países de ingreso medio y bajo. El documento refiere estudios internacionales (TIMSS, PISA ) que evidencian que muchos de nuestros niños no logran las competencias mínimas requeridas para actividades simples y rutinarias: leer comprensivamente, efectuar una operación matemática de suma o resta, interpretar un gráfico, etc.; asimismo, los que menos aprenden son los estudiantes que más lo necesitan para cerrar las brechas de desigualdad y exclusión a que están expuestos. Por otro lado, se destaca el poco impacto de las iniciativas de mejora que emprenden muchos de nuestros países. Según unos cálculos en base al avance promedio obtenido por algunos países en PISA, nos faltarían varias décadas para alcanzar resultados aceptables en Lengua y Matemática.
La segunda dimensión establece que las escuelas les están fallando a los estudiantes. A menudo los niños de estrato socioeconómico bajo pueden llegar a la escuela mal nutridos, afectados por problemas de salud o condiciones psicosociales que les limitan su aprendizaje efectivo. Adicionalmente, muchas de estas escuelas carecen de un cuerpo profesoral motivado y competente en términos curriculares y pedagógicos para dirigir un proceso de enseñanza y aprendizaje de calidad, amén de las debilidades que éstas exhiben en cuanto a capacidad de gestión asertiva y centrada en el aprendizaje de los niños.
La tercera dimensión refiere que los sistemas educativos les están fallando a las escuelas. Los objetivos del sistema educativo deben estar enfocados en el aprendizaje; no obstante, hay dos elementos que escasean a menudo: la alineación de los actores alrededor de ese punto, y la coherencia entre las partes del mismo sistema, directivos, docentes y padres con agendas e intereses diferentes, y hasta en pugnas, por un lado y, por otro, acciones e inversiones en conflicto con políticas públicas definidas.
En la próxima entrega, presentaremos las recomendaciones del Grupo para revertir esta realidad y posibilitar la promesa de una educación efectiva.