En estos tiempos muchos seres humanos han perdido o transformado el sentido del amor, del agradecimiento y de la solidaridad. Muchas de las personas que están alrededor de quienes somos cristianos no entienden el por qué para nosotros dar diezmos y ofrendas más que un deber, es una verdadera alegría.
El diezmo y la ofrenda es una forma de mostrar nuestro agradecimiento a Dios, de honrarlo y amarlo. Él es el dueño de todo lo que existe, él es el creador de todo lo que existe y él fue quien nos dio todo, tanto los bienes materiales como los talentos para poder alcanzar todo lo que poseemos: vida, familia, trabajo, empresas, logros profesionales, bienes, en fin, todo.

Cuando damos nuestros diezmos y ofrendas estamos realizando un acto de agradecimiento a Dios por toda esa bondad que él ha tenido con nosotros. Un acto de honra y amor a quien nos honró y nos amó primero. Un verdadero cristiano debe tener un corazón abierto para dar de manera permanente a Dios y a nuestros hermanos, sabiendo que con ello estamos llevando a la práctica una gran enseñanza de él. Y debe estar muy consciente de que, tal y como dice el apóstol Pablo en Hechos 20:35 “Es muchos más bienaventurado dar que recibir”. Cuando damos nuestros diezmos y ofrendas, cuando entregamos nuestras primicias, nuestros agradecimientos al Dios que nos lo ha dado todo, recibimos lluvias permanentes de bendiciones y de amor de nuestro Padre Celestial.

Es por eso que nuestra principal motivación para dar debe ser agradar a Dios y no a los seres humanos. El hecho de dar es mucho más que solo poner tu dinero en un sobre o en una canasta de ofrendas en la iglesia o en el ministerio donde estés.
El verdadero dar viene de una actitud que entiende la profundidad de lo que nuestro Señor ha hecho “que lo ha entregado todo por nosotros”. Nuestra demostración de gratitud debe convertirse en una ofrenda continua delante de Dios en cada área de nuestra vida. Y al entregar nuestros diezmos y ofrendas debemos hacerlo con un corazón alegre, con una actitud de amor y de agradecimiento.

Dice la Biblia en 2da de Corintios 9:7 que “cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre”. Sí, Dios ama al dador alegre, Dios quiere más que ver la cantidad de la que puedas hacer alarde que diste, él quiere ver tu corazón, ver tu actitud de entregar con amor y alegría parte de lo que él te ha dado sin pedirte nada a cambio y con mucho amor.

Y cuando aprendemos a dar con alegría y amor, cuando entregamos nuestros corazones en eso diezmos y ofrendas, Dios nos sigue bendiciendo de manera extraordinaria. El Señor lo establece muy claro en el libro de Malaquías 3:10, cuando dice: “Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde”.

Dios no necesita nuestro dinero ni nuestros bienes. Él quiere ver nuestros corazones y nuestra actitud de ser obedientes para bendecir a otros, como Él nos ha bendecido a nosotros. Cuando damos debemos hacerlos como dice 2da de Corintios 9:7, no por necesidad ni mucho menos por obligación, porque “Dios ama al dador alegre”. Para los cristianos los diezmos y ofrendas son una forma de entrar en ese ciclo de bendiciones eternas de nuestros Señor. Y no es que dando busquemos esas bendiciones, sino que por dar y ser obedientes, el Señor ve nuestros corazones y transforma y llena de bendiciones nuestras vidas.

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