Quizá, solo el extinto Presidente Joaquín Balaguer fue sometido a tanta presión, escarceo y fuego cruzado como está siendo sometido ahora el Presidente Danilo Medina por un tema, recurrencia histórica-política, de orden constitucional y a la vez político: el fantasma de la reelección o respostulación (en la interpretación de abogados-jurisconsultos, “periodistas” y “profesores-constitucionalistas” -otrora “ingenieros-constitucionalistas”-). Algunos dirán que él mismo abrió tal posibilidad cuando dijo, en aquella entrevista, “fijaré mi posición” en marzo, pero ¿acaso, el Presidente, cuando dejó el suspenso, no estaba acogiéndose, igual que sus antecesores, a una vieja tradición presidencialista o de reguardo ante la mal llamada figura “Soledad del poder”?
Hasta ahí podríamos entender la presión, y también el derecho, dentro de esa tradición política-cultura, del Presidente de haber dejado el suspenso (no olvidemos que es un político, y como los demás, es lógico que apele al rejuego político). Sin embargo, no considero que se haga bien cuando en aras de exacerbar y radicalizar aspiraciones políticas-electorales -de aspirantes y terceros incendiarios o, kamikazes- se quiera inferir o dejar entrever que al Presidente lo están influenciando. Tales apreciaciones, en mi opinión, pueden tratar de vender la idea -equivocada- de que estamos frente a un Presidente influenciable, lo cual, en el caso específico del Presidente Danilo Medina, es lo más lejano a la verdad. Y eso lo sabe, hasta por inferencia de sentido común, el ciudadano menos informado, el peledeísta miembro, la rabiosa minoría ultraderechista-nacionalista; y, por supuesto, la jerarquía en pleno del PLD.
Y si hay algo, entra otras firmezas, que el Presidente Danilo Medina, en toda su trayectoria política, ha dejado constancia y reafirmación es: la de un líder de determinación en la resolución de encarar los retos nacionales y de ejercer un liderazgo –nacional e internacional- responsable y no de delegación de atribuciones –ya de jefe de Estado o, de líder político-, ¿o acaso, no se dice, vox populi, que el Presidente todo lo decide y fiscaliza? Y entonces: ¿de dónde que lo influyen y que ochocuanto? Sencillo: de un interés político-electoral a veces exacerbado -en el marco de una puja interna, a veces atizado por fuerzas opositoras que han cifrado llegar al poder en base a una estrategia –tonta-mediática- de pretender-soñar dividir al PLD; y otras, de ex aliados disgustados-ofuscados con un tema neurálgico-fáctico que no se resuelve con odio-prejuicio, si no con entendimiento -binacional- y provisiones de Estado.
El Presidente Danilo Medina -¡que se oiga bien!- no es un improvisado. Dejemos pues, que lo institucional prevalezca y no el asedio político o, la especulación tendenciosa (de terceros incendiarios –kamikazes-, redes sociales y francotiradores ocultos).