Los dominicanos tenemos dos actividades que nos apasionan y, a veces, nos enloquecen, como son el béisbol y la política.
En béisbol hay un equipo que provoca amor u odio, como es los Tigres del Licey. Los fanáticos de ese equipo somos apasionados y fervientes seguidores.
Sin embargo, es muy raro que algún fanático de otro equipo de la Liga Dominicana de Béisbol sienta, aunque sea una mínima atracción o consideración por el denominado Glorioso.
Es costumbre la continua formación por fanáticos de otros conjuntos del llamado Frente Patriótico contra los Tigres del Licey, cuando ese equipo avanza en el campeonato y otros son descalificados.
Pero las bajas pasiones han llegado su más alta expresión cuando corresponde al Licey representar a República Dominicana en la Serie del Caribe, como sucedió este año.
Resulta penoso e indignante para quienes llevan entre sus pechos la bandera nacional, observar a fanáticos de otros equipos dominicanos apostar y celebrar las derrotas del Licey en ese clásico internacional.
“Arriba Venezuela.”, por ejemplo, se suele escuchar decir al algún “mal dominicano” cuando está siguiendo un partido del Licey contra el equipo de ese país de Sudamérica, bajo la mirada incrédula de otros criollos, sin ser liceístas o no.
Al parecer, la poca empatía con el Licey de seguidores de otros equipos, especialmente de los de Las Águilas Cibaeñas, nace por ser el Glorioso el conjunto de pelota más ganador del país, con 24 campeonatos nacionales y 11 series del Caribe, o 12, si ganó anoche el juego contra Venezuela.
“Los fanáticos del Licey celebran mucho”, dicen algunos para justificar “su odio” contra el equipo azul.
Otros asuntos que suelen molestar a los antiliceistas, es que ese equipo tiene la mayor cantidad de fanáticos béisbol del país, y el narrador más “cuerdoso”, como es Franklin Mirabal, jejejejeje.
En definitiva, como sucede con los Yanquis de Nueva York y otros equipos muy ganadores de distintas disciplinas, quien en República Dominicana no ama al Glorioso, con muy pocas excepciones, lo odia, sin importar si está representando al país en tierra extranjera, lo cual podría significar que su desmedida afición está por encima de la patria forjada por Juan Pablo Duarte y otros valerosos hombres, lo cual, para mí, es incorrecto.