Casi dos décadas después de la épica hazaña que nos libró del yugo haitiano en 1844, protagonizada por valerosos patriotas, nuestra independencia fue truncada por la nefasta anexión del país a España, lo que desencadenó una guerra que representó la más genuina expresión dominicana de resistencia a una nueva etapa de sumisión ante presencia extranjera en nuestro territorio.
Esta lucha, a diferencia de la gesta independentista del 1844, tuvo una mayor participación multisectorial, porque reunió en un mismo propósito a campesinos, gente de pueblo y de todas las clases sociales.
El esfuerzo en busca de nuestra independencia resquebrajada por malos dominicanos tuvo un final feliz, porque las tropas españolas tuvieron que replegarse, convencidas de que el pueblo dominicano no estaba dispuesto a repetir aciagos episodios que nos remontaran a la época del colonialismo.
De este hecho histórico, las nuevas generaciones deben investigar más a fondo, sin perder detalles fundamentales que le permitan comprender su aporte y significado para construir la patria que hoy tenemos.
La Guerra de Restauración representa un legado del pensamiento inspirador de Juan Pablo Duarte, de dotarnos de una República independiente y libre de toda dominación extranjera.
Y su pensamiento se hizo ostensible al combatir en el terreno a quienes osaron atentar contra el mayor tesoro que tiene un pueblo: su libertad. “Mientras no se escarmiente a los traidores como se debe, los buenos y verdaderos dominicanos serán víctimas de sus maquinaciones”.
El contenido práctico de esta frase explica la razón de ser de aquel acontecimiento que ayer cumplió 154 años.
Hoy más que nunca urge la necesidad de rescatar nuestros valores patrios, y la mejor forma es enamorarnos cada vez más de nuestra patria y de las conquistas logradas en esta guerra emancipadora. El que se enamora está siempre presto a defender lo que ama, hasta con su propia vida.
Por eso debemos aprender a amar nuestra patria, para formar un escudo grande y poderoso que nos reúna en el objetivo común de no permitir ni ser víctimas de las maquinaciones advertidas por el insigne Juan Pablo Duarte.
Si cuando las circunstancias históricas lo han requerido hemos sido capaces de reivindicarnos como un pueblo unido y aguerrido en pos de defender nuestra soberanía, entonces es posible lograr una alianza indestructible en torno a los mejores intereses de nuestra nación.
Sólo así tendremos la patria soñada por esos hombres y mujeres que ofrendaron sus vidas para demostrar su amor inconmensurable por esta tierra hermosa y amada.