“Toda experiencia histórica confirma la verdad de que el hombre no hubiera obtenido lo posible si no hubiera pugnado una y otra vez por alcanzar lo imposible”
Max Weber
El pasado 3 de febrero el periódico “Página 12” de Argentina publicó un artículo titulado “Se necesita empezar a construir algo nuevo” firmado por Gerardo Codina, el cual es absolutamente recomendable para entender la tragedia argentina que amenaza con extenderse a otros países de Nuestra América. Resulta muy pedagógica la definición de Codina de que el intento de Milei constituye la cuarta ofensiva neoliberal: la primera fue la de Martínez de Hoz en la dictadura militar; la segunda ofensiva es la de Menem y la tercera la de Macri.
Añadimos nosotros que cualquier persona medianamente informada sabe lo que significaron esos intentos para el patrimonio de los argentinos y de su bienestar. Vivas en el recuerdo están las cifras escandalosas de las violaciones a los derechos humanos que sufrieron los argentinos durante la dictadura. Desde esa experiencia histórica el libertario presidente seguidor de von Misses no hace más que anunciar un nuevo desastre.
Argentina debe estar en la mira del mundo de la izquierda americana por una serie de especificidades como mantener todavía en la tercera década del siglo XXI una estructura organizativa del mundo sindical prácticamente única y que ya vemos como está siendo movilizada. Otra cuestión a recordar es la fuerte participación del Estado en la economía mediante la propiedad de grandes empresas como Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), orgullo de los argentinos. Tampoco podemos olvidar, especialmente la izquierda, que los obreros argentinos desde mediados del Siglo XX fueron peronistas, y que como tales resistieron la represión de la Revolución libertadora en 1955 cuando los militares derrocaron a Perón. Con tal historial será más difícil para Milei lograr lo que consiguió Fujimori en Perú.
Otro importante rol podrá jugarlo el crecimiento global de la conciencia acerca del fracaso del neoliberalismo que, lejos de resolver especialmente los problemas de los más pobres, los ha ido agravando en un contexto político donde las democracias -OEA dixit- caen en picada en la confianza ciudadana. Así las cosas, todo apunta a imaginar en el horizonte de la reflexión política el boceto de una América postneoliberal. El debate se dará en un contexto electoral lo que lo hace más desafiante pues finalmente -a falta de referéndum revocatorio- el postneoliberalismo debiera poder expresarse en las boletas electorales.
Más allá de polémicas superficiales impulsadas para y por santones anticorrupción o de programas más parecidos a listas de supermercado, ya está aquí lo que debiera ocupar el centro de la política y de la economía: cómo vamos a superar el neoliberalismo.
Hace unos días vi en televisión la entrevista a uno de los candidatos a pasar a segunda vuelta y grande fue mi sorpresa cuando escuché que en opinión del político “El neoliberalismo normal fracasó” (lo llamó “normal” para diferenciarlo del neoliberalismo radical de Milei) y luego expuso que “Toda reforma que se lleve a cabo requiere tres componentes: primero que sea “económicamente racional, segundo que sea socialmente incluyente y tercero que sea políticamente viable.”
Desde allí se puede comenzar un interesante debate, pues quien declara que el neoliberalismo fracasó, sin duda tiene muchas más cosas que confesar a futuro.