ESCUCHA ESTA NOTICIA

El auge de la tecnología tras la Segunda Revolución Industrial ha redefinido cómo los seres humanos desarrollan sus vidas. En el centro de esta transformación se encuentran los minerales críticos, esenciales para los avances tecnológicos. Estos incluyen oro, bauxita, cobalto, platino, cromo, litio y tierras raras, los cuales son objeto de disputas entre grandes potencias debido a su notable potencial geopolítico. En este contexto, África emerge como un epicentro crucial al albergar el 40% del oro mundial y el 30% de los minerales críticos del planeta, consolidándose como un actor fundamental en la industria minera global. En la última década, la competencia estratégica entre China y Estados Unidos por estos recursos ha aumentado, ambos países buscando influir en la concesión de yacimientos minerales y en su logística de distribución.

China actualmente controla el 60% de la producción global en la cadena de suministro de minerales críticos y hasta un 85% de la capacidad de procesamiento de estos. Durante los últimos 15 años, China se ha posicionado como el principal socio estratégico de África. Como parte de su Iniciativa de la Franja y de la Ruta (IFR), este titán asiático ha consolidado su dominio en la extracción, procesamiento y refinamiento de minerales, invirtiendo miles de millones en infraestructura vinculada a la industria minera. Un ejemplo clave es la recién renegociación del Ferrocarril Tanzania-Zambia también conocido como ‘Corredor Tazara’, que conecta Zambia con Tanzania y facilita el flujo de minerales hacia Asia a través del océano Índico. En febrero de este año, China ofreció 1.000 millones de dólares para modernizar y gestionar este corredor, con la intención de extender el riel hasta Lubumbashi, en la región de Katanga, en la República Democrática del Congo (RDC), que contiene el 70% del suministro mundial de cobalto.

Por otro lado, Estados Unidos ha desarrollado una estrategia ambiciosa para contrarrestar el dominio chino en la región, con un énfasis en alianzas en el sector de los minerales críticos y la seguridad de la cadena de suministro. La administración Biden lanzó en agosto de 2022 la Estrategia de EE.UU. para África Subsahariana, comprometiéndose con 360 millones de dólares para revitalizar el Proyecto ‘Corredor Lobito’. Este proyecto comprende una infraestructura ferroviaria de 1,300 kilómetros que data de la era colonial y es crucial para acceder a los vastos depósitos minerales en Angola, Zambia y la República Democrática del Congo. Además, empresas estadounidenses han anunciado una inversión de 450 millones de dólares en infraestructura para este corredor, subrayando su valor estratégico. Este aseguraría a las empresas estadounidenses acceso al puerto de Lobito en Angola, incrementando así la exportación y el tráfico de minerales.

La tumultuosa historia de África de golpes de estado militares crea un escenario dinámico para la competencia entre grandes potencias. Según un estudio realizado por el Centro Cline de la Universidad de Illinois, se registraron 33 golpes o intentos de golpe de estado entre los años 2001 y 2017. En los últimos cinco años, se ha evidenciado un aumento significativo en las sublevaciones militares en el continente, como las ocurridas en 2023 en Gabón y Níger. Más recientemente, en mayo de este año, el político congoleño Christian Malanga lanzó un golpe fallido en la República Democrática del Congo. Un actor que ha capitalizado este fenómeno es Rusia, que ha utilizado la empresa mercenaria Wagner, ahora rebautizada como África Corps, para intervenir estratégicamente en los conflictos y aprovechar las oportunidades económicas resultantes. Este Wagner 2.0, ahora bajo el control del Ministerio de Defensa Ruso, actúa como una especie de guardia pretoriana que ofrece servicios de seguridad a las nuevas juntas militares a cambio de participación en la industria minera. Además, el gobierno ruso busca incrementar su influencia en el continente a través de la Cumbre Rusia-África. Esta estrategia diplomática impulsa los intereses de Rusia en la región, centrada en la cooperación en defensa, seguridad alimentaria, y con un fuerte interés en la inversión en proyectos energéticos y mineros.

En resumen, África se ha convertido en un campo de batalla entre Oriente y Occidente, con China, Estados Unidos y, en menor medida, Rusia, luchando por el control de los recursos minerales y los hidrocarburos. La evolución de esta competencia tendrá un impacto profundo no solo en África, sino en la economía global, mientras estos poderes buscan asegurar los materiales críticos que impulsan la tecnología del presente y el futuro próximo.

Por: Alfredo López Ariza

Posted in Opiniones

Más de opiniones

Más leídas de opiniones

Las Más leídas